elperiodicodearagon : Alrdi medía 120 centímetros, pesaba 50 kilos y caminaba erguida, aunque posiblemente también trepaba a los árboles con facilidad. Era una criatura salpicada de sorpresas anatómicas, según sus descubridores, pero en absoluto se trataba de un simio. Vivió hace 4,4 millones de años en la región de Afar, en la actual Etiopía, y sus primeros restos aparecieron hace 17 años. Ayer, finalmente, tras largos análisis y nuevos hallazgos, 11 artículos publicados simultáneamente en la revista Science certifican la importancia de Ardi en la historia de la evolución humana: no se ha encontrado nunca un esqueleto de un homínido tan completo y tan antiguo. Es la nueva abuela de la humanidad.
Está por ver si Ardi, adscrita a la especie Ardipithecus ramidus, entrará en los libros de texto, pero como mínimo es un millón de años más antigua que la archifamosa Lucy, una hembra de Australopithecus afarensis que ha protagonizado incontables documentales y exposiciones. Pruebas biológicas sostienen que el último ancestro común de los humanos y los chimpancés debió de vivir hace seis o siete millones, por lo que Ardi es demasiado joven para ser considerada el hipotético eslabón perdido.
Los científicos presentan en Science los análisis de 110 fósiles de Ardipithecus ramidus procedentes de la región de Afar. Se han atribuido a 36 individuos, de ambos sexos y todas las edades, de los cuáles el más completo es el esqueleto de Ardi, pues conserva parte del cráneo, dientes, pelvis, manos y huesos del pie. Ardi tenía un cerebro pequeño, similar a las hembras del chimpancé actual. Su cara tenía un hocico prominente, lo que le confería una apariencia similar a los simios, aunque no se proyectaba tan adelante como la parte inferior de las caras de los simios africanos modernos.
Ardipithes ramidus subía a cuatro patas a las ramas de los árboles, como algunos primates contemporáneos, y caminaba erguida sobre las dos piernas cuando se encontraba en el suelo. No parece que hubiera andado con los nudillos en el suelo o que pasara mucho tiempo balanceándose y colgándose de las ramas, como hacen los chimpancés. Podía correr, pero con mucha menos velocidad que los humanos. Los dientes y el cráneo del Ardipithecus son bastante diferentes de los del Australopithecus y los simios modernos. El análisis del esmalte dental indica que Ardi y su linaje tenían una dieta omnívora relativamente diversa que incluía frutas, nueces y hojas.
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